Cañada de la Virgen
Por Ignacio Zamora
IZO Editorial
Viernes 11 de Febrero de 2011
Casi diez años se tardaron los arqueólogos del INAH en sacudir, barrer y seleccionar las piedras, y escombrar el terreno -con esa desesperante y diminuta brocha que suelen utilizar- para descubrir los restos de lo que fue uno de los centros de obsevación planetaria más sobresalientes de la era precolombina. Entre el 540 y 1050 dC habitó y contruyó, la cultura otomí, este magnífico conjunto arquitectónico de 16 hectáreas situado a 30 Km al sureste de San Miguel de Allende en el estado de Guanajuato, que se ha denominado Cañada de la Virgen. (Recordemos que ya contamos con algo similar en Tingambato Michoacán).
Casas de los 13 Cielos, Complejo B, Casa de la Noche más larga y Casa del Viento, son los nombres de los edificios que ahí yacen, y que solo nos remiten a la más alta imaginería de la cultura otomí.
Espero pronto darme tiempo para admirar el exquisito poblado de San Miguel el Grande fundado en 1542 por aquel mendicante y abnegado fray Juan de San Miguel, el mismísimo fraile franciscano que españolizó y evangelizó por entonces al caserío de Uruapan.
Permítanme hacer aquí una franca y humile reverencia ante los hermanos menores de la orden de San Francisco, quienes dieron su vida para atraer al pueblo purépecha (y a muchos otros) a la enseñanza del amor a los demás.
Por lo pronto, este imponente vestigio de nuestros antepasados, fue inaugurado hoy 11 de Febrero con todo bombo y platillo, por el gober guanajuatense, el dire del INAH y la presi de San Miguel, quienes nos invitan, con aquella parafernalia acostumbrada, a que visitemos el lugar.
En otro orden de ideas, el magnífico pintor, espatulista y discípulo del célebre Manuel Pérez Coronado (pintor posimpresionista del paisaje michoacano) presentó hoy en Uruapan su libro "Había una vez un Lago" el cual les invito a leer. Personalmente no he leído esta obra -pronto lo haré- pero conociendo y habiendo leído anteriormente al maestro Carlos Rea me atrevo a anticipar que algo bueno nos depara.
Hasta la próxima.
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IGNACIO ZAMORA