sábado, 14 de marzo de 2009

Pantalones Presidenciales

IZO Editorial - Pantalones Presidenciales - 7/Feb/2009

Pantalones Presidenciales

7 de Febrero, 2009. Uruapan, Mich. (IZO Editorial) --

Honestidad, pantalones, humildad, fe, congruencia, y un sinfín de atributos más, son parte del bagaje necesario para gobernar a la nación quasi más poderosa del planeta. Barack Obama está demostrando poseer algunas de esas cualidades en estos escasos quince días que lleva en el poder.

Tom Daschle renunció sorpresivamente este martes a su designación como Secretario de Salud del Gobierno Americano. Esta dimisión se escalonó a la de nancy Killefer y a la del ex-gobernador de Nuevo México Bill Richardson, quienes han estado presuntamente involucrados en delitos fiscales y tráfico de influencias.

Obama consideró que tales "pequeñeces" fueron suficientes para prescindir de los servicios de tales personalidades.

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Quizá estoy sobrevalorando la personalidad, las directrices y las motivaciones del presidente 44 de los Estados Unidos. Me atrevo a hacerlo. Pero no subestimo la congruencia que manifiesta entre sus acciones y aquello que prometió, en campaña, al pueblo estadounidense. Tampoco menoscabo los pantalones que debe vestir, ni el cinturón que debe ceñir el señor Obama para solicitar, en privado, la renuncia de cada uno de estos personajes.

Rarísimos seres tienen la humildad que requiere expresar pública y mundialmente "me equivoqué". El presidente de los Estados Unidos lo hizo. Su acción es un caso extraordinario en los anales de la política.

En anteriores períodos presidenciales, Bush Jr., Clinton, Bush Sr., Reagan, Carter, Ford, Nixon, Johnson, Kennedy, Eisenhower, y así sucesivamente podría seguir nombrando, en retrospectiva, a cuantos han ocupado el sillón de la Oficina Oval, salvo las honrosísimas excepciones de Roosevelt, Lincoln, Jefferson, Washington y quizá Wilson, no se había presentado una situación como la que vive hoy el pueblo americano: tener un presidente con las calzas perfectamente ajustadas.

Un presidente con las mangas arremangadas que pinta algún salón de alguna asociación benéfica, precísamente el día anterior a su juramento como presidente, parece demagógico y sobradamente artificial. Yo no lo interpreto así. Me parece que es una simple muestra de humildad de aquél que quiere servir a los demás, y que lo hace con aquella intención que solo Dios conoce.

Es extremadamente difícil e inseguro evaluar los móviles de un hombre con escasos quince días en el poder. Quiero darle a Barack (estoy seguro de que me permitirá nombrarlo así) la oportunidad de demostrar lo que puede o no puede hacer. Si pasados 20 años la Historia lo condena, probablemente yo también lo haré.

La honestidad y la condescendencia de Barack para con los capitales de su país será la disputa de los medios por los próximos cuatro años. Yo, simplemente quiero soñar con que este señor "no tiene cola que le pisen", y si la tiene, es extremadamente corta. (todos la tenemos por supuesto, pero a muchos casi ni se les nota, o se camuflaja según las circunstancias)

Y que puedo decir de su fe. Nada. Solo Dios sabe la sinceridad de sus intenciones. Que Él lo ilumine para desempeñar el denso cargo que ha adquirido.

Hasta la próxima.

Ignacio Zamora




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La Resurrección de las Series de TV

IZO Editorial - La Resurrección de las Series de TV - 24/Feb/2009

La Resurrección de las Series de TV

24 de Febrero, 2009. Uruapan, Mich. (IZO Editorial) --

La aparición de la televisión comercial en los años 50 fue sustituyendo paulatina, sutil y magníficamente a la incomparable y esperanzadora emoción de ir al cine. Viví esta transición a finales de los años 60.

Por ahí del 68 o 69, recuerdo, con gran sabor y emoción, contemplarme formado en la larga fila de los boletos y, por solo cinco pesos, tener la fortuna de presenciar alguna de las producciones cinematográficas de aquel momento, aunque fuera en una sala enorme y descuidada. Y así, poder disfrutar del simple, pero audaz, Peter Pan, o bien sumergirme en la profundidad y moralidad filosófica y teológica de "El Hombre de Dos Reinos" (A Man for all Seasons), que, confieso, en aquella época no comprendí en su totalidad.

En paralelo, y como parte de la que, en ese momento consideraba diversión y esparcimiento, estaba la tele. Amiga insustituible en mis momentos de soledad. No logré discurrir, como ese aparato cubiforme, con perillas y botones, pantalla y altavoz, se habría de convertir a la larga, en una fuente esencial de mi formación como ser humano. Me podía transportar de inmediato, con solo oprimir un botón y girar una perilla, a un mundo irreal pero a la vez sugerente y pletórico de novedades e información, sin tener que formarme previamente en una fila, o compartir sigilosamente el descansabrazos de la butaca, que yo consideraba mía, con un vecino muchas veces desconocido y engorroso. Para ver la tele solo necesitaba haber terminado la tarea, que no fuera Viernes Santo, y en suma, no tener nada más que hacer. Una vez reunidos esos líquidos requisitos básicos, oprimía el botón On/Off del aparato, giraba la perilla para seleccionar el canal que me interesaba -que en ese entonces no eran muchos- y cómodamente me apoltronaba en el sillón.

Un artilugio tan simple y a la vez tan complejo, que alguna vez acaparó la atención del gran público estadounidense y, diez años después, también la de de todo el globo, fue, sin yo darme cuenta, una de las maestras en mi vida. Suena a risa, provoca carcajadas, pero es verdad. Ahora lo sé. Con ella (la tele es mujer) aprendí que los caballos se montan por la izquierda (Bonanza), que el océano esconde grandes e insondables secretos (Viaje al Fondo del Mar, El Investigador Submarino), que los caballos (y quizá otros seres que llamamos animales) pueden expresarse y razonar inteligentemente, y que son capaces de aconsejar sabiamente a los humanos (Mister Ed), que existen inimaginables mundos y espacios por conocer (Perdidos en el Espacio, Tierra de Gigantes), que, quizá algún día, podamos remontar el infinito laberinto del tiempo (El Túnel del Tiempo), que la sinfonía de la vida puede ser algo grato y enriquecedor para el espíritu (Concierto para la Juventud conducido por el gran maestro Leonard Berstein), que la justicia no siempre se aplica tan ciegamente como debiera (El Fugitivo), que todo es posible si aplicamos toda nuestra mente y habilidades (Misión Impsible, Ironside, Kojak, Columbo), y que, con un poco de habilidad, suerte y algo de cinismo y rostro, podemos gozar de buenos dividendos y suculentas chicas, (Ladrón sin Destino, Magnum).

Otras excelentes series del género western que me apasionaron y entretuvieron en aquellos años, fueron Daniel Boone, El Virginiano (The Men from Shiloh), y El Gran Chaparral ¿Recuerdan a Manolito y a su cuñado Buck Cannon?

En el género de la comedia no puedo ni quiero evitar mencionar a Maxwell Smart, temible operario del recontraespionaje, agente de Control y excelente relajante para mis tensiones, que por cierto, en esos años todavía no las sufría.

En los 70s vinieron otras series memorables, algunas lacrimógenas, otras de acción. Solo por no quedarme callado y no extenderme más allá de lo necesario menciono Alias Smith&Jones, Columbo, Kung Fu, Las Calles de San Francisco, Longstreet, Emergencia, y algunas míticas e inimitables como Kojak y Starsky and Hutch. No quiero ni por equivocación, mencionar Los Angeles de Charly, por que me derrito.

Una de mis grandes favoritas fue Magnum P.I., quien montado en su Ferrari 308 GTS, enfundado en su característica camisa hawaiiana, y vigilado y aconsejado celosamente por su flemático y sapiente casero Higgins y sus dos dobermans guardianes, resolvía sonrientemente los casos más densos y candentes casos de la lejana Hawaii.

Entre los 80 y los 90s hubo un oscuro paréntesis en la producción de series televisivas, hasta que en 1994 surgieron Chicago Hope y ER (Emergency Room) supremas e incomparables series que innovaron y renovaron la manera de concebir y presentar las emociones, los métodos y la sensibilidad de la ciencia médica.

En años recientes varios programas empezaron a captar mi atención, CSI (2000), CSI: Miami, CSI: New York, Dr. House (2004), y La Ley y el Orden (1990), La Ley y el Orden: UVE, La Ley y el Orden: Criminal Intent, esta última una de las más largas de la historia, rivalizando con Dr. Who, Los Simpson y Star Trek.

Otras muchas y no menos interesantes han sido Lost, The West Wing, 24, Los Expedientes Secretos X, Twin Peaks, Brothers and Sisters, Band of Brothers, y las carcajeantes Cheers, Fraiser, Two and a Half Men y Friends.

Dejo a mis escasos y amables lectores el juicio y la decisión de cuál o cuales son las mejores. Más bien espero que se permitan unos momentos de su semana para aquilatar lo que hoy nos ofrece la producción televisiva estadounidense.

Que le vamos a hacer, no tenemos otra.

Hasta la próxima.

Ignacio Zamora




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Medio Siglo

IZO Editorial - Medio Siglo - 1/Mar/2009

Medio Siglo

1 de Marzo, 2009. Uruapan, Mich. (IZO Editorial) --

En uno de los portales de esta ciudad, los jueves y domingos regalan un periódico (sí, leyeron más que bien, regalan). Solo basta pasar frente a la chica que los distribuye, para que ella, amablemente, le ofrezca un ejemplar al paseante. Curiosamente me gusta caminar por ese portal a la hora y en el día que se edita la publicación.

Realmente no es un periódico sino un periodiquito. De hecho así se llama: El Periodiquito. Consta tan solo de cuatro páginas; casi nada, podría pensar uno al recibirlo, pero al empezar a leerlo se inicia ese ciclo prodigioso que es la lectura, difícil de detener, y sobre todo, de olvidar.

Más información:

Hoy domingo, fiel a mi costumbre, caminé por el susodicho portal para, ingenua y despistadamente, recibir el Periodiquito. Antier cumplí cincuenta años. El tema de la portada, (no me atrevo a llamarla primera plana, aunque si lo es) trataba de eso. Reproduzco parcialmente el artículo, sabiendo de antemano que puedo ser requerido por su autor, el señor José Ríos.

Antes de entrar con Germán -se refiere a Germán Dehesa-, he de decirte, que he cumplido 70 años, compatriota. 70 años. Cuando yo era niño, una persona de 60 años era para mí un anciano.

En algunos periódicos, casualmente, he leído: golpearon una anciana de 56 años. No cabe duda que yo ando mal. Seguramente para los jóvenes y muchos maduros una persona de 70 años es un anciano. Trato de pensar que soy un anciano, trato de convencerme de que soy un anciano y por más que pienso y lucho, no lo logro. Quizá sea mi espíritu que es rebelde, malcontento, insurrecto, independiente, revolucionario, insolente, conspirador, inquieto, subversivo, agitador, insurgente, turbulento, salvaje, inmanejable, sublevado, indomable, incorregible, refractario, reacio, obstinado, tozudo, tenaz y pertinaz. Quizás este espíritu mío, que altanera y presuntuosamente dice que él no tiene edad, que vive en un cuerpo usado y trata de mantenerlo funcionando, este espíritu mío o yo de él, que me ha influido mental y físicamente a ni siquiera pensar, que por lógica, soy un anciano.

Sé que he de morirme, como cualquier ser viviente, de un momento a otro, y mi espíritu me ha enseñado a no preocuparme. Si me muero, me muero y ya. Sin embargo, por las mañanas cuando me levanto a las seis, me baño y salgo a la calle, no puedo menos de admirar el día, un nuevo día que me ha tocado vivir. De vez en cuando le doy gracias a Dios por todo. Por todo... por todo. Pero sobre todo porque me deja sentirme bien. Me siento bien y creo que por eso mi espíritu abusa. Pero, qué caray, bien sé que no puedo con mi espíritu, por eso ni me le enfrento. Así pues, lo dejo que me haga pensar que no soy un anciano. Lo dejo que me haga sentir bien.

Gracias Compatriota, por leer estas divagancias de un hombre que ha vivido 70 años, controlado y manejado por un espíritu que no tiene edad. JR...

José Ríos.

Hasta la próxima.

Ignacio Zamora




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